El capítulo 3 de Levítico nos habla acerca de las ofrendas de paz que debían ofrecerse a Dios. Estas ofrendas podían ser hechas con ganado vacuno, ovino o caprino.

Si alguien quería ofrecer una ofrenda de paz con un animal vacuno, debía elegir uno sin defectos y llevarlo al tabernáculo. Allí, el sacerdote sacrificaría el animal y rociaría su sangre en el altar. Luego, se quemaría la grasa y se cocinaría la carne para que el oferente y su familia pudieran compartir una cena en comunión con Dios.

Si la ofrenda era de un animal ovino o caprino, los procedimientos eran similares pero se requería la presencia de un sacerdote para la matanza.

Estas ofrendas de paz eran una forma de expresar gratitud a Dios por las bendiciones recibidas, de buscar reconciliación con Él o de buscar su voluntad en alguna situación particular. También eran una forma de renovar el pacto con Dios y de fortalecer la relación entre Dios y su pueblo.

En resumen, el capítulo 3 de Levítico habla de la importancia de ofrecer ofrendas de paz a Dios como una muestra de gratitud y comunión con Él. Además, enfatiza la importancia de cumplir con los procedimientos establecidos para llevar a cabo estas ofrendas de manera apropiada.